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Si entraste aquí, es porque llegaste al final del libro, ¿no es así? Si no lo leíste, podés conseguirlo aquí

!Sí, lo leí!

Bueno, tal vez el final ese que leíste era el final del libro pero no el final de la historia.
Aquí encontraremos cuatro finales alternativos y podrás elegir el que más te guste, haciendo click en las imágenes de abajo.
También podrás participar de esos finales haciendo comentarios en cada uno.

Aquí continúa el último capítulo del libro

Dardo disfrutó muchísimo de la fiesta de cumpleaños de Rodón, que dejaba de ser un cachorro al soplar la velita en su torta de alimento balanceado. Por supuesto que el perro algo de carne comió, después que la familia terminó de comer el vacío que la mamá de Dardo había preparado al horno. Y cuando ella creía que su hijo iría a dormirse una siesta, vio como se alistaba frente a la puerta para dar una vuelta con Rodón. “Así bajamos la comida”, se le ocurrió explicar.

La sorpresa que se llevó Dardo fue que ni bien salió de su casa encontró, ahí enseguida en la vereda frente a la puerta, a sus cuatro amigos reunidos que lo estaban esperando. Ellos seguían asombrados por lo que había sucedido y esperaban que su amigo les explicara. Dardo se enredó al decir:

-Bueno, lo que pasó fue que en el campito de fútbol no había nadie ayer porque hacía calor y pasaron esas cosas. Yo los invité a ustedes pero, en realidad, no sé bien cómo pasó, pero vino ese vaquero, vino Gengis Kahn, después pensé que eran esos caballos pero cuando vi bien, toda esa bosta era de una especie de rinoceronte.

Los amigos no sabían si creerle o no. Ingo le preguntó si era un rinoceronte o un dinosaurio, Puchero quiso saber si el oso Cardo le había firmado un autógrafo. Hablaban uno encima de otro y Dardo no entendía las preguntas que le hacía Locami sobre el caballo de Gengis Kahn o Simona sobre si el vaquero tenía o no un pañuelo.

-Bueno, si quieren me acompañan. Total, estamos a la hora de la siesta y no creo que haya nadie en el campito. Quizás aparecen de nuevo.

-Yo traje la pelota -aclaró Puchero.

Jugaron un rato en el arco adonde Dardo había practicado penales con su ídolo de Atlético Cambalacho. Tenían un calor que los hacía pegarle a la pelota cada vez más despacio. Pasó un buen rato pero nadie apareció. El único animal a la redonda era Rodón, que estaba echado a un lado del poste del arco con la lengua afuera, casi dormido.

De pronto Dardo se acordó:

-Ya sé por qué no hay nadie. Porque tenemos que entrar a la heladera.

-No estaría mal meternos en una heladera con este calor -sugirió Locami.

-¿Cómo sería lo de la heladera? -preguntó Ingo con la pelota en la mano.

-Ayer me caí adentro de la heladera y cuando abrí la puerta me encontré con todas esas cosas -les contó Dardo entusiasmadísimo.

-¿En serio lo decís?-quiso saber Simona.

-Yo creo que tendríamos que entrar por la misma heladera -opinó Puchero.

-Esos son los experimentos que hacés siempre, Dardo, no sé si salen bien -agregó Locami.

Con algunas dudas, los cuatro amigos acordaron volver a la casa de Dardo para meterse en su laboratorio.

-Por las dudas vayamos de a uno, para que mi mamá no sospeche -les pidió Dardo.

Quien quiso ir primero fue:

(Elegir entre Puchero, Simona, Locami o Ingo. Hay un secreto, se puede leer uno atrás de otro también)

¿No te convence ningún final? Podrás proponer el tuyo aquí.